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Las relaciones que tienes son un espejo de tus aspiraciones de transformación.
Las relaciones que tienes son un espejo de tus aspiraciones de transformación.
Crecer a través de ellas
significa romper las paredes de tu mundo y dejar que otras personas te invadan
con el suyo.
Así es. Creas o no creas en
la superioridad, hay otras ventanas al universo más abiertas que la tuya
propia.
Los débiles corren el
peligro de ser abusados por la dominación implacable de esta selva kósmica.
Pero tú ya no eres débil. Sabes distinguir entre fanatismo y compromiso, entre
manipulación y resonancia, entre represión y renuncia, entre idolatría y
rendición, entre sentir una carencia y tener un corazón abierto.
Llegó la hora de salir de
tu guarida de superioridad y aislamiento espiritual. Hay que explorar los
confines del otro. Pero no cualquier otro:
1.Poniendo a prueba tu superioridad: Tu audacia está segura en tu herrumbrado nido de
relaciones actuales. Volarás sobre el nido inspirándote en águilas que han
volado “más alto” que tú.
2.Cuestionando más con tu experiencia y menos con tus
palabras: Refutar y argumentar es
de cobardes sabelotodo. Investigar abiertamente otras perspectivas viviéndolas
tú mismo, es propio del verdadero científico de lo intangible.
3.Aceptando que no eres tan especial: Tu complejo de "niño indigo" te puede hacer creer que tu
superación personal se acabó en los túneles de la introspección. Tu endogamia
social le ha puesto un cerco a tu curiosidad, tu máscara de “especial” oculta
un profundo miedo al rechazo.
4.Dejando que tu envidia sea tu maestra: Para alguien tan sabelotodo como tú, departir con
seres que han recorrido mucho más en la vía del cambio despertará tu envidia.
Bien canalizada, la envidia es pura energía, un pellizco a tu trasero que
grita: ¡Yo también lo haré!
5.Entregándote a algo que esté a tu altura: Transformación es simplemente desbaratar tu identidad
y ponerse al servicio de algo superior. En comunidad te puedes entregar a
causas mediocres, ridículas, patógenas o sublimes. Tú decides.
El concepto de comunidad
espiritual ha muerto como herramienta de transformación. Es un cliché podrido por los pecados de
nuestra historia.
En este mundo moderno de
complejas redes de relaciones matriciales, globales y virtuales, prefiero
hablar más de conexiones halucinantes:
Relaciones que desafían la paleta de colores con que miras tu existencia.
Cultivar vínculos de este
tipo no necesariamente significa divorciarte, dejar Facebook o tirar al
basurero a tus amigos de secundaria.
Simplemente significa
encender el radar de tu consciencia, y dejar que alguien nuevo entre a tu vida
y lo convierta todo en un caos.
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